viernes, 14 de octubre de 2011

MAS SOBRE EL THDA (trastorno por déficit de atención )


Se calcula que este trastorno afecta a entre el 3 y el 5% de los niños de edad escolar. “Su mente es como un televisor con el seleccionador de canales defectuoso —dice Priscilla L. Vail, especialista en este campo—. Un pensamiento conduce a otro, sin orden ni concierto.”
Analicemos breve mente tres síntomas importantes del THDA.

Falta de concentración: El niño con THDA no puede aislarse de los detalles sin importancia y centrarse en algo específico. Por ello, se distrae fácilmente con solo ver, oír u oler algo ajeno a lo que le ocupa en ese momento. Sí presta atención, pero no hay nada concreto que despierte su interés. No es capaz de determinar en qué debe concentrarse principalmente.



Comportamiento impulsivo: El niño con THDA actúa antes de pensar, sin considerar las consecuencias. No planea mucho las cosas ni posee muy buen juicio. A veces se comporta de manera peligrosa. “Corre a la calle, se sube a las barandas, trepa a los árboles —escribe el doctor Paul Wender—. Debido a ello, los cortes, moretones, rasguños y visitas al médico son más frecuentes.”


Hiperactividad: Los niños hiperactivos se mueven continuamente. No son capaces de quedarse sentados y quietos. “Aun de mayores —escribe el doctor Gordon Serfontein en su libro The Hidden Handicap (La minusvalía oculta)— se observa en ellos, si se presta atención, algún tipo de movimiento continuo de piernas, pies, brazos, manos, labios o lengua.”
No obstante, algunos niños impulsivos y con dificultades para concentrarse no son hiperactivos. Su problema recibe a veces el nombre de trastorno por déficit de atención, o TDA. El doctor Ronald Goldberg explica que el TDA “puede presentarse sin que exista ningún tipo de hiperactividad. O tal vez con cierto grado de hiperactividad: desde apenas perceptible, hasta bastante molesto o incluso incapacitante en grado sumo”.

¿Cuál es la causa del THDA?
Con el paso de los años, los problemas de atención se han achacado a muchas cosas, desde la crianza inadecuada hasta la luz fluorescente. Ahora se cree que el THDA obedece a alteraciones en ciertas funciones cerebrales. En 1990 el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos examinó a veinticinco adultos con síntomas de THDA y descubrió que metabolizaban la glucosa más despacio justo en las zonas del cerebro que controlan el movimiento y la atención. En aproximadamente el 40% de los casos de THDA, parece que influye la composición genética del individuo. Según la obra The Hyperactive Child Book (El libro del niño hiperactivo), otros factores que pueden estar relacionados con el THDA son el consumo de alcohol o drogas durante la gestación, la intoxicación por plomo y, en casos aislados, la dieta.



El adolescente y el adulto con THDA
En los últimos años los médicos han comprobado que el THDA no afecta solo durante la infancia. “Es bastante típico —dice el doctor Larry Silver— que los padres traigan a un niño para que reciba tratamiento, y digan: ‘A mí me pasaba lo mismo cuando era pequeño’. Luego admiten que sigue siéndoles difícil hacer fila, quedarse sentados sin moverse en una reunión y terminar las tareas que empiezan.” Actualmente se cree que alrededor de la mitad de los niños con THDA arrastran por lo menos algunos de sus síntomas hasta la adolescencia y la vida adulta.
Durante la adolescencia, los que padecen THDA quizás pasen del comportamiento peligroso a la delincuencia. “Solía preocuparme el hecho de que no llegara a entrar en la universidad —dice la madre de un adolescente con THDA—. Pero ahora solo pido que no lo encierren en la cárcel.” Estos temores no son exagerados, como bien indica un estudio en el que se comparaba a 103 jóvenes hiperactivos con un grupo de control de 100 niños que no sufrían ese trastorno. “Para cuando los jóvenes del grupo hiperactivo llegaron a los 20 años —dice la revista Newsweek—, había dos veces más probabilidades de que hubieran sido arrestados, cinco veces más de que hubieran cometido delitos graves y nueve veces más de que hubieran cumplido alguna pena de prisión.”
A un adulto, el THDA le plantea una serie de problemas muy particulares. La doctora Edna Copeland dice: “El muchacho hiperactivo puede convertirse en un adulto que cambia con frecuencia de empleo, es despedido muchas veces, se pasa el día perdiendo el tiempo y es inquieto”. Cuando no se entiende la causa de estos síntomas, la relación matrimonial se resiente. “En una simple conversación —dice la esposa de un hombre con THDA—, ni siquiera oía todo lo que yo le decía. Era como si estuviera siempre en otro lugar.”
Por supuesto, estos rasgos de personalidad son comunes entre muchas personas, al menos hasta cierto grado. “Hay que preguntar si la persona siempre ha tenido esos síntomas”, dice el doctor George Dorry. Por ejemplo, él indica que si un hombre es olvidadizo solo desde que perdió el empleo o desde que su esposa dio a luz, no se trata de un trastorno.
Además, si alguien realmente padece THDA, los síntomas están siempre presentes, es decir, afectan casi todo aspecto de la vida de la persona. Así era el caso de Gary, un hombre de 38 años, inteligente y enérgico, que parecía incapaz de terminar una sola tarea sin distraerse. Ha ocupado ya más de ciento veinte puestos de trabajo. “Terminé resignándome a creer que nunca lograría nada”, dijo. Pero Gary, al igual que muchos otros —niños, adolescentes y adultos—, ha recibido ayuda para sobrellevar el THDA.





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