viernes, 14 de octubre de 2011

SOBRELLEVANDO EL THDA (trastorno por déficit de atención)


CON el paso de los años se han propuesto varios tratamientos para el THDA. Algunos se centran en la dieta. Sin embargo, ciertos estudios indican que los aditivos alimentarios no suelen provocar hiperactividad, y que las soluciones dietéticas muchas veces no surten efecto. 
no favorezco ningún tratamiento en particular. Deben tener cuidado  que  terapia  elejir
Otros tratamientos para el THDA son la medicación, la modificación del comportamiento y la educación cognitiva.
Medicación. Como parece ser que el THDA implica alguna disfunción cerebral, a muchos les han beneficiado los fármacos para restablecer el equilibrio químico. Sin embargo, la medicación no sustituye al aprendizaje. Solo ayuda al niño a concentrarse, proporcionándole un fundamento para adquirir nuevas destrezas.
La medicación también ha ayudado a muchos adultos con THDA. Pero hay que tener cuidado —tanto en el caso de jóvenes como de adultos—, pues algunos estimulantes que se recetan para tratar el THDA pueden crear adicción.
En algunas personas, los fármacos tienen efectos secundarios no deseados, como ansiedad y otros problemas emocionales. Además, los estimulantes pueden agravar los tics en el caso de los trastornos caracterizados por movimientos espasmódicos, como el síndrome de Tourette. De ahí que solo deban administrarse medicamentos por prescripción facultativa

Modificación del comportamiento. El THDA de un niño no exime a los padres de su obligación de disciplinarlo. Aunque el niño tenga necesidades especiales al respecto, la Biblia da este consejo a los padres: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él”. (Proverbios 22:6.) En el libro Your Hyperactive Child (Cuando su hijo es hiperactivo), Barbara Ingersoll comenta: “El padre que se limita a darse por vencido y deja a su hijo hiperactivo ‘a rienda suelta’, no le hace ningún favor. Como cualquier otro niño, el hiperactivo necesita disciplina firme y que se le muestre respeto como persona. Esto significa que hacen falta límites claros y recompensas y castigos apropiados”.
Por consiguiente, es importante que los padres aporten un sentido de estructura a la vida. Además debe establecerse un orden estricto para las actividades cotidianas. Al confeccionar dicho horario —que abarcaría un tiempo para hacer los deberes, estudiar, bañarse, etc.—, los padres tal vez quieran conceder al niño cierta libertad. Hecho esto, siga siempre la misma secuencia. Asegúrese de que las labores diarias se efectúen en el debido orden. La revista Phi Delta Kappan dice: “Los médicos, psicólogos, autoridades escolares y maestros tienen la obligación, ante el niño y los padres, de explicar que el diagnóstico de TDA o de THDA no da licencia al muchacho para salirse con la suya, sino que es un dato necesario para dar la ayuda debida al niño en cuestión”.
Educación cognitiva. Abarca ayudar al niño a cambiar su opinión de sí mismo y de su trastorno. “Las personas con trastorno por déficit de atención se ven ‘feas, tontas y malas’ aunque sean atractivas, inteligentes y buenas”, comenta el doctor Ronald Goldberg. Por consiguiente, el niño con TDA o THDA necesita tener un punto de vista apropiado de su valía, y saber que sus problemas de concentración son controlables. Esto reviste particular importancia durante la adolescencia. Para cuando un muchacho con THDA alcance esa etapa de la vida, posiblemente haya sufrido muchas críticas de parte de compañeros, maestros, hermanos y quizás hasta de sus padres. De modo que necesita ponerse metas realistas y juzgarse con justicia, no con dureza.
Los métodos terapéuticos mencionados también sirven para adultos con THDA. “Hay que hacer algunos cambios según la edad —escribe el doctor Goldberg—, pero los fundamentos de la terapia —medicación cuando es necesaria, modificación del comportamiento y [educación] cognitiva— siguen siendo válidos a lo largo de toda la vida.”

Cómo ayudar

Infórmense cuanto puedan sobre este problema. Tomen decisiones bien fundadas. Sobre todo, amen a su hijo y fomenten su amor propio. La falta de autoestima es mortal”.Para que el niño con THDA reciba la ayuda adecuada, el padre y la madre deben cooperar. El doctor Gordon Serfontein escribe que un niño con THDA necesita “saber que en el hogar se le ama y que ese amor viene del que existe entre los padres”. (Cursivas nuestras.) Lamentablemente, no siempre se demuestra ese amor. El doctor Serfontein continúa: “Está comprobado que en las familias donde hay [un niño con THDA], los casos de discordia y ruptura matrimoniales son casi un 33% más elevados que en la población normal”. Para evitar tal discordia, el padre debe desempeñar un papel importante en la crianza del niño con THDA. La responsabilidad no debería recaer únicamente en la madre. (Efesios 6:4; 1 Pedro 3:7.)

Los amigos íntimos, aunque no son parte de la familia, también pueden ayudar mucho. ¿Cómo? “Sea bondadoso —dice John, citado anteriormente—. Mire más allá de lo que ven los ojos. Llegue a conocer al niño. Hable también con los padres. ¿Cómo les va? ¿A qué tienen que enfrentarse día a día?” (Proverbios 17:17.)

Los estudiantes de la Biblia reconocen que toda imperfección humana, incluidos los trastornos de aprendizaje y el THDA, son herencia del primer hombre, Adán. (Romanos 5:12.) También saben que el Creador, Jehová, cumplirá su promesa de instaurar un nuevo mundo justo en el que ya no existirán las penosas enfermedades. (Isaías 33:24; Revelación [Apocalipsis] 21:1-4.) Esta garantía es un ancla de apoyo para los que sufren trastornos como el THDA. “El paso de los años, la educación y la experiencia están ayudando a nuestro hijo a entender su trastorno y controlarlo —dice John—. Pero en este sistema de cosas nunca estará totalmente curado. Lo que nos consuela día a día es pensar que en el nuevo mundo Jehová corregirá el trastorno de nuestro hijo y le permitirá gozar de la vida a plenitud.”




MAS SOBRE EL THDA (trastorno por déficit de atención )


Se calcula que este trastorno afecta a entre el 3 y el 5% de los niños de edad escolar. “Su mente es como un televisor con el seleccionador de canales defectuoso —dice Priscilla L. Vail, especialista en este campo—. Un pensamiento conduce a otro, sin orden ni concierto.”
Analicemos breve mente tres síntomas importantes del THDA.

Falta de concentración: El niño con THDA no puede aislarse de los detalles sin importancia y centrarse en algo específico. Por ello, se distrae fácilmente con solo ver, oír u oler algo ajeno a lo que le ocupa en ese momento. Sí presta atención, pero no hay nada concreto que despierte su interés. No es capaz de determinar en qué debe concentrarse principalmente.



Comportamiento impulsivo: El niño con THDA actúa antes de pensar, sin considerar las consecuencias. No planea mucho las cosas ni posee muy buen juicio. A veces se comporta de manera peligrosa. “Corre a la calle, se sube a las barandas, trepa a los árboles —escribe el doctor Paul Wender—. Debido a ello, los cortes, moretones, rasguños y visitas al médico son más frecuentes.”


Hiperactividad: Los niños hiperactivos se mueven continuamente. No son capaces de quedarse sentados y quietos. “Aun de mayores —escribe el doctor Gordon Serfontein en su libro The Hidden Handicap (La minusvalía oculta)— se observa en ellos, si se presta atención, algún tipo de movimiento continuo de piernas, pies, brazos, manos, labios o lengua.”
No obstante, algunos niños impulsivos y con dificultades para concentrarse no son hiperactivos. Su problema recibe a veces el nombre de trastorno por déficit de atención, o TDA. El doctor Ronald Goldberg explica que el TDA “puede presentarse sin que exista ningún tipo de hiperactividad. O tal vez con cierto grado de hiperactividad: desde apenas perceptible, hasta bastante molesto o incluso incapacitante en grado sumo”.

¿Cuál es la causa del THDA?
Con el paso de los años, los problemas de atención se han achacado a muchas cosas, desde la crianza inadecuada hasta la luz fluorescente. Ahora se cree que el THDA obedece a alteraciones en ciertas funciones cerebrales. En 1990 el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos examinó a veinticinco adultos con síntomas de THDA y descubrió que metabolizaban la glucosa más despacio justo en las zonas del cerebro que controlan el movimiento y la atención. En aproximadamente el 40% de los casos de THDA, parece que influye la composición genética del individuo. Según la obra The Hyperactive Child Book (El libro del niño hiperactivo), otros factores que pueden estar relacionados con el THDA son el consumo de alcohol o drogas durante la gestación, la intoxicación por plomo y, en casos aislados, la dieta.



El adolescente y el adulto con THDA
En los últimos años los médicos han comprobado que el THDA no afecta solo durante la infancia. “Es bastante típico —dice el doctor Larry Silver— que los padres traigan a un niño para que reciba tratamiento, y digan: ‘A mí me pasaba lo mismo cuando era pequeño’. Luego admiten que sigue siéndoles difícil hacer fila, quedarse sentados sin moverse en una reunión y terminar las tareas que empiezan.” Actualmente se cree que alrededor de la mitad de los niños con THDA arrastran por lo menos algunos de sus síntomas hasta la adolescencia y la vida adulta.
Durante la adolescencia, los que padecen THDA quizás pasen del comportamiento peligroso a la delincuencia. “Solía preocuparme el hecho de que no llegara a entrar en la universidad —dice la madre de un adolescente con THDA—. Pero ahora solo pido que no lo encierren en la cárcel.” Estos temores no son exagerados, como bien indica un estudio en el que se comparaba a 103 jóvenes hiperactivos con un grupo de control de 100 niños que no sufrían ese trastorno. “Para cuando los jóvenes del grupo hiperactivo llegaron a los 20 años —dice la revista Newsweek—, había dos veces más probabilidades de que hubieran sido arrestados, cinco veces más de que hubieran cometido delitos graves y nueve veces más de que hubieran cumplido alguna pena de prisión.”
A un adulto, el THDA le plantea una serie de problemas muy particulares. La doctora Edna Copeland dice: “El muchacho hiperactivo puede convertirse en un adulto que cambia con frecuencia de empleo, es despedido muchas veces, se pasa el día perdiendo el tiempo y es inquieto”. Cuando no se entiende la causa de estos síntomas, la relación matrimonial se resiente. “En una simple conversación —dice la esposa de un hombre con THDA—, ni siquiera oía todo lo que yo le decía. Era como si estuviera siempre en otro lugar.”
Por supuesto, estos rasgos de personalidad son comunes entre muchas personas, al menos hasta cierto grado. “Hay que preguntar si la persona siempre ha tenido esos síntomas”, dice el doctor George Dorry. Por ejemplo, él indica que si un hombre es olvidadizo solo desde que perdió el empleo o desde que su esposa dio a luz, no se trata de un trastorno.
Además, si alguien realmente padece THDA, los síntomas están siempre presentes, es decir, afectan casi todo aspecto de la vida de la persona. Así era el caso de Gary, un hombre de 38 años, inteligente y enérgico, que parecía incapaz de terminar una sola tarea sin distraerse. Ha ocupado ya más de ciento veinte puestos de trabajo. “Terminé resignándome a creer que nunca lograría nada”, dijo. Pero Gary, al igual que muchos otros —niños, adolescentes y adultos—, ha recibido ayuda para sobrellevar el THDA.





Cuando el niño padece un trastorno de aprendizaje


Hay que reconocer que a la mayoría de los jovencitos les cuesta a veces aprender. Pero, normalmente, eso no significa que padezcan un trastorno de aprendizaje. Solo demuestra que en lo que tiene que ver con el aprendizaje, todos tienen sus puntos fuertes y débiles. Algunos poseen una gran capacidad auditiva; captan bastante bien la información que oyen. Otros dependen más de la vista; aprenden mejor leyendo. No obstante, en las escuelas, se agrupa a los alumnos en una clase y se espera que todos aprendan prescindiendo del método didáctico que se utilice. Por eso es inevitable que algunos tengan problemas de aprendizaje.
Ahora bien, algunos especialistas hacen una distinción entre simples problemas de aprendizaje y verdaderos trastornos de aprendizaje. Explican que los primeros pueden superarse con paciencia y esfuerzo, mientras que los segundos están más arraigados. “El cerebro del niño con trastornos de aprendizaje parece que percibe, procesa o recuerda ciertos tipos de tareas mentales de manera defectuosa”, escriben los doctores Paul y Esther Wender.
De todas formas, el hecho de que un niño tenga un trastorno de aprendizaje no significa necesariamente que sea deficiente mental. Para explicarlo, los doctores Wender compararon la situación con la de las personas que padecen amusia sensorial (sordera de tonos), es decir, que no pueden distinguir los diferentes tonos musicales. “Los que padecen amusia sensorial no tienen el cerebro dañado ni presentan problemas de audición —escriben los Wender—. Nadie diría que la amusia sensorial obedece a una actitud de pereza, a una enseñanza deficiente o a falta de motivación.” Según ellos, con los trastornos de aprendizaje sucede lo mismo. La dificultad suele centrarse en un aspecto particular del aprendizaje.
Esto explica por qué muchos niños con trastornos de aprendizaje poseen una inteligencia normal o superior a la media; de hecho, algunos son muy brillantes. Es esta paradoja lo que muchas veces alerta a los médicos de un posible trastorno de aprendizaje. El libro Why Is My Child Having Trouble at School? (¿Por qué tiene dificultades en la escuela mi hijo?) explica: “El niño que padece un trastorno de aprendizaje presenta dos o más años de atraso con respecto al nivel que le correspondería por su edad y su cociente intelectual”. En otras palabras, el problema no consiste simplemente en que al niño le cueste mantenerse al paso de sus compañeros, sino que su rendimiento no está a la altura de su propio potencial.


Cómo brindar la ayuda necesaria
Los efectos emocionales de estos trastornos suelen agravar el problema. Cuando los niños afectados no rinden adecuadamente en la escuela, puede que los maestros y compañeros, y hasta quizás su propia familia, los consideren unos fracasados. Lamentablemente, muchos de esos niños se forman una imagen negativa de sí mismos que tal vez persista hasta la edad adulta. Este es un motivo legítimo de preocupación pues, por lo general, los trastornos de aprendizaje no desaparecen. “Son para toda la vida —escribe el doctor Larry B. Silver—. Los mismos trastornos que entorpecen la lectura, la escritura y la aritmética también obstaculizan los deportes y otras actividades, la vida de familia y las buenas relaciones con los amigos.”
Por consiguiente, es esencial que los niños con trastornos de aprendizaje reciban el apoyo de sus padres. “Los niños que saben que sus padres los defienden con tesón pueden desarrollar un sentido de competencia y autoestima”, dice el libro Parenting a Child With a Learning Disability (La crianza de los niños con trastornos de aprendizaje).
Ahora bien, para defender a sus hijos, los padres tienen que examinar primero sus propios sentimientos. Algunos padres se sienten culpables, como si de algún modo fueran responsables de lo que le sucede a su hijo. Otros se asustan, abrumados por las dificultades que se les presentan. Pero ninguna de esas reacciones es favorable, pues impiden que los padres actúen y que el niño reciba la ayuda que necesita.
De modo que si un especialista cualificado diagnostica que su hijo padece un trastorno de aprendizaje, no se desespere. Recuerde que estos niños solo necesitan más apoyo en un campo específico del aprendizaje. Dedique tiempo a familiarizarse con los programas para niños con trastornos de aprendizaje que haya disponibles en la zona donde usted vive. Hoy, muchas escuelas están mejor preparadas para afrontar esas situaciones que años atrás.
Los especialistas recalcan la necesidad de que los padres elogien al niño por todos sus logros, sin importar lo pequeños que sean. No escatime el encomio, pero tampoco descuide la disciplina. Los niños necesitan que alguien estructure su vida, y más aún aquellos con trastornos de aprendizaje. Diga al niño lo que espera de él y aténgase a las normas que establezca.
Finalmente, aprenda a ver la situación con realismo. El libro Parenting a Child With a Learning Disability lo ilustra así: “Imagínese que va a su restaurante favorito y pide una chuleta de ternera. Cuando el camarero coloca el plato frente a usted, se da cuenta de que le ha servido costillas de cordero. Los dos platos son deliciosos, pero usted se había hecho la idea de comer ternera. Muchos padres tienen que ajustarse mentalmente. Aunque puede que usted no pensara comer cordero, lo encuentra exquisito. Lo mismo sucede en la crianza de niños con necesidades especiales”.
"Aunque se desconoce la causa o causas precisas de estos trastornos, algunos estudios apuntan la posibilidad de que exista una predisposición genética o de que ciertos factores ambientales —como la intoxicación por plomo o el consumo de drogas o alcohol durante el embarazo— contribuyen a su desarrollo.

Algunos niños manifiestan temporalmente alguno de estos trastornos debido a que su desarrollo en cierto campo se ha visto retrasado. Pero, con el tiempo, los síntomas desaparecen."


(TOMADO DE LA REVISTA DESPERTAD)

PROBLEMAS DE APRENDIZAJE


Entre este tipo de trastornos, uno de los más comunes es el que dificulta la lectura y comprensión del lenguaje escrito. Por ejemplo, quienes sufren dislexia tienden a confundir letras similares. Otros problemas son la disgrafía (relacionada con la escritura) y la discalculia (que tiene que ver con los números). No obstante, cabe decir que la mayoría de los niños afectados poseen una inteligencia promedio o superior a la normal.
Algunos síntomas característicos de los problemas de aprendizaje son los siguientes: retraso en aprender a hablar, dificultad para rimar palabras, pronunciación incorrecta, habla infantil, dificultad para reconocer letras y cifras, incapacidad para pronunciar ciertas letras en palabras fáciles, confusión entre palabras parecidas y dificultad para seguir instrucciones.
Qué hacer
¿Qué puede hacer un padre si su hijo parece tener un problema de aprendizaje? Antes que nada, llévelo al médico para asegurarse de que ve y oye bien. Luego, busque la opinión de un pediatra. Si su hijo tiene problemas de aprendizaje, necesitará todo su apoyo. Y recuerde que la inteligencia del pequeño no está poniéndose en duda.
Aproveche los programas especiales que le ofrezca la escuela, como la atención individualizada. Pida la colaboración de los maestros para que, por ejemplo, el niño se siente en las filas delanteras y le concedan más tiempo para terminar los trabajos de la clase. Sería bueno que el profesor le diera las instrucciones por escrito y de palabra, y que le hiciera los exámenes oralmente. Los niños con estos problemas son olvidadizos y desorganizados, así que no vendría mal tener un segundo juego de libros en casa. Si es posible, también podrían disponer, sea en clase o en casa, de un procesador de textos con corrector ortográfico para hacer los trabajos.
Es muy conveniente que el niño disléxico lea en voz alta, de modo que siéntese a leer con su hijo un ratito al día, así podrá aconsejarlo y corregirlo. Lea usted primero y permita que él siga la lectura. Luego, lean el mismo texto a la vez. Acto seguido, pídale que lo lea él solo y que utilice una regla al pie de la línea que va leyendo. Si encuentra palabras difíciles, que las marque con un rotulador. No le tomará más de quince minutos.
Los números pueden practicarse, por ejemplo, midiendo las cantidades de una receta de cocina, usando un metro en trabajos manuales o yendo de compras. Las hojas cuadriculadas y los dibujos pueden servirle a la hora de resolver problemas matemáticos. En cuanto a la caligrafía, pruebe con papel de renglones amplios y lápices gruesos. Puede valerse de una pizarra con letras magnéticas para enseñarle a deletrear.


Hay también buenas estrategias para trabajar con el trastorno de hiperactividad y déficit de atención. Antes de hablarle a un niño con este problema, pídale que le mire a los ojos. Asegúrese de que tenga un lugar tranquilo para hacer sus deberes y déjelo descansar a menudo. Canalice su hiperactividad mandándole tareas activas, como sacar a pasear al perro.


Se puede salir adelante

Fomente los puntos fuertes del niño, como cualquier destreza o talento que posea. Elogie y premie todo logro conseguido, por insignificante que parezca. Divida los trabajos en etapas pequeñas, de manera que el niño pueda ir alcanzándolas progresivamente. Así aumentará su autoestima. Dibuje los pasos que debe seguir para realizar su tarea.
El objetivo principal es que su hijo domine los conceptos básicos de la lectura, la escritura y las matemáticas. Tenga la seguridad de que con la motivación y la ayuda necesarias, su hijo puede aprender, aunque tenga que hacerlo con métodos alternativos y le lleve más tiempo.


Los niños suelen ser muy hábiles dibujando ideas si escuchan con atención

miércoles, 12 de octubre de 2011

LOS TRASTORNOS DE ANIMO


Mentes atormentadas

Denominado también psicosis maniacodepresiva. Téngase presente que algunos de estos síntomas también pudieran ser causados por la esquizofrenia, la toxicomanía o incluso los cambios normales de la adolescencia. Para emitir un diagnóstico certero, es preciso que un especialista examine el caso a fondo.


En el mundo hay millones de personas que padecen algún trastorno del estado de ánimo, sea bipolaridad o algún tipo de depresión clínica. Los efectos de estos males suelen ser demoledores. ¿Qué origina los trastornos del estado de ánimo? ¿Cómo es la vida de quien sufre depresión o bipolaridad? ¿Qué puede hacerse para que los pacientes y quienes los cuidan reciban el apoyo que necesitan?

Existe esperanza

EN EL pasado se acostumbraba rehuir a los afectados por trastornos del estado de ánimo, lo que en muchos casos los convertía en marginados sociales. En efecto, algunos sufrían discriminación laboral y otros eran evitados hasta por su propia familia. A menudo, lo único que se conseguía con ello era agravar su estado y privarlos de ayuda.
En las últimas décadas se han realizado grandes avances en el entendimiento de la depresión clínica y el trastorno bipolar. Sin embargo, aunque es de conocimiento general que estas dolencias tienen tratamiento, no siempre es fácil recibirlo.

  ¿Por qué razón?
Interpretar los síntomas
Para diagnosticar un trastorno del estado de ánimo no sirven los análisis de sangre o las radiografías. Más bien, hay que hacer un seguimiento de la conducta, ideas y criterios de la persona durante cierto tiempo, y ver si esta manifiesta varios síntomas del trastorno. El problema radica en que los familiares y amigos no siempre saben reconocer los indicios. “Aun si aceptan que el comportamiento en cuestión se aparta de lo normal —escribe el doctor David J. Miklowitz—, pueden formarse opiniones muy dispares sobre las causas.”
Además, es posible que la familia entienda la gravedad del caso pero no logre convencer al enfermo de que necesita atención médica. O si es uno mismo el afectado, puede que se resista a buscarla. Es como indica el doctor Mark S. Gold: “Quizás usted cree, sinceramente, en lo que piensa cuando se siente deprimido: que no sirve para nada y que, por lo tanto, no tiene sentido buscar ayuda, pues para personas como usted no hay esperanzas. Tal vez le gustaría consultar con alguien al respecto, pero cree que estar deprimido es algo de lo que cabe avergonzarse, que todo es culpa suya. [...] O quizá no sabe, siquiera, que lo que siente es depresión”. No obstante, es indispensable que la depresión grave sea atendida por un médico.
Es cierto que todos nos hemos sentido abatidos en algún momento, y no tiene por qué deberse a un trastorno del ánimo. Pero ¿qué hay si los sentimientos son más intensos que en un mero bajón, persisten más de lo habitual (dos semanas o más) o nos impiden actuar normalmente en el trabajo, los estudios o en nuestras relaciones con los demás? En tal caso es aconsejable visitar a un especialista en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos depresivos.

Si hay desequilibrio químico, seguramente recetará fármacos, mientras que en otros casos recomendará algún tipo de terapia de apoyo para aprender a afrontar el padecimiento. A veces da buenos resultados combinar ambas vías. En fin, lo importante es buscar ayuda. “A muchos pacientes les da miedo y vergüenza la situación en que se encuentran. 
Lo triste es que sospechan que tienen un problema pero no buscan la ayuda que tanto necesitan.”

Están ganando la batalla
Aun después de que se haya diagnosticado el trastorno e iniciado el tratamiento, es de esperar que sigan planteándose desafíos.
Para muchas personas que viven asediadas por “pensamientos inquietantes”, la Biblia es una fuente de ánimo (Salmo 94:17-19, 22). 
pueden afrontarse mejor gracias a la oración, la confianza en Dios y el debido tratamiento médico.






¿Qué hay si es más que solo melancolía?


VIVIENNE y Marie nunca se conocieron la una a la otra, pero cada una sabía lo que significa la desesperación. Ambas tenían 14 años de edad, pero sus antecedentes eran totalmente diferentes. Vivienne... una “perfecta” señorita, cuyos padres se interesaban en ella. Marie... a veces un terror incontenible, cuya furia era alimentada por padres que reñían entre sí y que, con el tiempo, se divorciaron. Pero ambas muchachas llevaron a cabo una lucha de vida o muerte con un trastorno que, según se dice, causa “más sufrimiento que cualquier otra enfermedad”... la depresión severa.
Antes de enterarte del resultado de la lucha de cada una de ellas, necesitas entender la diferencia dramática entre la melancolía corriente y la depresión grave, trastorno que ha “llevado a la muerte” a miles de jóvenes por toda la Tierra y ha hecho que otros millones de jóvenes hayan deseado estar muertos.
Depresión mortífera
Tú probablemente hayas pasado días melancólicos... esto le sucede a todo el mundo. A veces uno quizás experimente lo que los médicos llaman depresión crónica de grado menor. Pero la depresión grave es diferente a ésta. “Constantemente me sentía como si estuviera ‘muerta’ por dentro”, explicó Marie. “Simplemente existía sin emoción alguna. Me sentía constantemente aterrorizada.” Vivienne describió de manera parecida su situación “sin escape” en una carta a una amiga: ‘Lo raro es que aun después de llorar, todavía siento la presión, la siento constantemente; en realidad, no importa lo que haga. Es raro vivir sin alivio por tanto tiempo’.
Sí, se trata de un estado de melancolía implacable. Y puede durar varios meses. Ve el recuadro que forma parte de este artículo, donde se alistan algunos de los síntomas... tanto emocionales como físicos. No es sorprendente que este tipo de depresión sea el factor más común en los casos de suicidio entre los jóvenes... que actualmente se considera una “epidemia oculta” en muchos países. En los Estados Unidos, solo los accidentes y homicidios causan una mayor cantidad de muertes entre los jóvenes.


Causas arraigadas
En su libro Too Young to Die—Youth and Suicide, Francine Klagsbrun escribió: “La raíz de muchos casos de depresión provocada por factores emocionales es un profundo sentimiento de haber perdido a alguien o algo que uno amaba profundamente”. De modo que el perder a uno de sus padres en la muerte o debido a un divorcio, el perder un trabajo o una carrera, o aun el perder la salud física, pudiera ser la raíz de la depresión.
Una pérdida sumamente enorme para el joven es la pérdida del amor, el sentir que no hay nadie que lo quiera ni se interese en él. “Cuando mi madre nos dejó, me sentí traicionada y sola”, reveló Marie. “De repente parecía como si mi mundo se hubiera puesto al revés.” Cierto terapeuta se dio cuenta de lo herida que Vivienne estaba desde el punto de vista emocional y le preguntó: “¿Qué quisieras de tu familia?”. La respuesta concisa de ella fue: “Comprensión”.
Tan solo imagínate lo confundidos y adoloridos que deben sentirse algunos jóvenes al enfrentarse a espantosos problemas de familia, como el divorcio, el alcoholismo, el incesto, el trato violento de un esposo para con su esposa, el maltrato de los hijos o simplemente el verse rechazado por padres que están embebidos en sus propios problemas. Para el hijo o la hija, dichas condiciones son un ‘día de angustia’. ¡Cuán verídico es el proverbio bíblico que dice: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso” (Proverbios 24:10)! Sí, el poder para contrarrestar la depresión disminuye mucho, especialmente debido a que el joven tal vez hasta se culpe a sí mismo de las tristes condiciones.
“¿Cómo se puede matar lo que no es nada?”
“Soy inútil. No sirvo para nada a nadie”, escribió Vivienne. “¿De qué vale que me quite la vida? ¿Cómo se puede matar lo que no es nada?” ¿Por qué se sentía ella así? Confesó en su diario: “Constantemente tengo la impresión de que soy grande y torpe y algo tonta en comparación con alguien [cierta amiga] que es pequeña, exacta, brillante y absolutamente perfecta”. Los medios de publicidad y entretenimiento promueven comparaciones perjudiciales al glorificar la atracción física, lo sexual y los logros académicos.
Además, las propias debilidades de uno contribuyen a que uno tenga una baja opinión de sí mismo. Tal vez hagas algo que sabes que es incorrecto y te sientas como se sintió el rey David del Israel antiguo, cuando se lamentó: “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado. Porque mis propios errores han pasado sobre mi cabeza; como una carga pesada son demasiado pesados para mí. [...] Todo el día he andado triste” (Salmo 38:3-6). Francamente, tal actitud de remordimiento es encomiable. Muestra que no te has endurecido con respecto a las normas correctas. No obstante, si cambias de proceder, Dios te perdonará sin reserva.
Pero hay quienes tratan de ocultar los sentimientos de culpabilidad o de inutilidad por medio de irse de la casa, participar en relaciones sexuales promiscuas, o beber en exceso. Marie recurrió a inyectarse heroína. Dijo: “Tenía bastante confianza en mí misma... hasta que se disipaba el efecto de la droga”. Y cuando esto sucedía, ella se enfrentaba a un sentimiento extremo de... desesperación. 


Desesperación
La emoción más persistente —y la más mortífera— relacionada con la depresión grave es el profundo sentimiento de desesperación. Vivienne no pudo seguir luchando. En su desesperación, ¡esta joven de 14 años de edad se ahorcó! En su obra Vivienne—The Life and Suicide of an Adolescent Girl, el profesor John E. Mack hizo notar lo siguiente: “El que Vivienne no pudiera ver ningún indicio de que su depresión se disiparía en algún tiempo futuro, el que no tuviera esperanza alguna de finalmente hallar la manera de aliviar su dolor, es un factor importante en lo que tiene que ver con su decisión de quitarse la vida”.


A los que sufren de depresión grave les parece que nunca mejorarán, que no hay un mañana. La desesperación es lo que, según los expertos, lleva al comportamiento suicida en muchos casos. No obstante, Marie, cuya vida había llegado a ser una pesadilla, con el tiempo halló algo que le ayudó a recomponer su existencia destrozada.
¡Se te pasará!
“Claro que pensé en suicidarme”, confesó Marie. “Pero me di cuenta de que, con tal que no me quitara la vida, siempre habría esperanza.” Hasta cierto grado, la instrucción bíblica que ella había recibido cuando era niña había alimentado su esperanza. Lamentablemente, no había seguido dicha instrucción como modo de vida. Sin embargo, sabía que Dios estaba dispuesto a ayudarla si ella sinceramente acudía a él. De modo que vio que había otros remedios para su triste situación.
Desgraciadamente, al enfrentarse a la desesperación, muchos jóvenes no pueden ni siquiera imaginarse que haya remedio alguno o que exista la posibilidad de que todo salga bien. Por eso, ¿qué puede ayudarte a mantener viva tu esperanza?



Habla con alguien sobre el asunto

“La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija” (Proverbios 12:25). Una “buena palabra” de parte de una persona comprensiva puede tener un gran efecto. No hay ningún ser humano que pueda leer tu corazón, de modo que desahógalo ante alguien en quien confíes y que pueda ayudarte a hacer ajustes en tu modo de pensar.
‘Pero ya he probado eso —tal vez digas— y lo único que recibo es un sermón sobre mirar el lado bueno de las cosas.’ Es cierto que no todos son consejeros hábiles. Por eso, no te des por vencido debido a que te haya tocado un consejero poco capacitado. Busca uno que sea hábil.  No cometas el mismo error. Si te sientes extremadamente deprimido, ora a Dios. Busca consejeros hábiles personas tal vez expertas en el asunto y expónles tus sentimientos.







miércoles, 10 de agosto de 2011

LA ANSIEDAD O INQUIETUD EXCESIVA


Uno de los tipos de inquietud más graves es la ansiedad, que se define así: “Estado o sensación de aprensión, desasosiego, agitación, incertidumbre y temor resultante de la previsión de alguna amenaza o peligro”. (Enciclopedia de medicina y enfermería Mosby.) Es un “estado de ánimo apenado caracterizado por la espera de un peligro inminente e indeterminado, y por la convicción de hallarse impotente para alejarlo”. (Gran enciclopedia médica Sarpe.) Entre los signos fisiológicos que la caracterizan están la sudoración, la tensión y el aumento de la frecuencia cardíaca. De modo que puede ser un problema complicado. Algunas de las muchas causas de este estado de ánimo son la enfermedad, el envejecimiento, el temor al delito, el desempleo y la preocupación por el bienestar de la familia.
Cómo controlar los pensamientos
¿Cómo reaccionamos en la vida diaria cuando nos enfrentamos a pruebas de la fe o a tribulaciones? ¿Nos asustamos solo de pensar en los obstáculos o desafíos que se avecinan? ¿O los vemos de manera equilibrada? Como reza un dicho inglés: “No cruces el puente antes de llegar a él”. Es posible que, al fin y al cabo, no haya necesidad de cruzar el puente imaginario. Así, ¿por qué atormentarnos por algo que quizá nunca suceda? La Biblia dice: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia” (Proverbios 12:25). El resultado suele ser el aplazamiento de las decisiones y la postergación de los asuntos hasta que es demasiado tarde.
si usted desea controlar la ansiedad excesiva, mantenga la mente ocupada con cosas utiles y satisfactorias, ¿por qué no ponerse metas definitivas, especialmente espirituales, Es cierto que se puede obtener algún alivio temporal mediante descansar, salir a dar una caminata, cambiar de rutina o de ambiente, o escuchar música suave. Sin embargo, quizás nos inclinemos al pensar negativo y a tener ansiedad, dependiendo de las cosas que se nos hayan enseñado o que hayamos experimentado. Por esta razón, la capacidad intelectual y la fuerza de voluntad no son suficientes para producir paz mental.
La fe fuerte, es decir, anticipación y esperanza seguras, contribuye a que se tenga una actitud positiva, mientras que lo desconocido estimula la ansiedad y el temor. (Hebreos 11:6.) En realidad, el pensar negativo o las dudas pueden hacer que fallemos donde pudiéramos haber tenido éxito. 
El autodominio y la sensatez, también, son cualidades que tenemos que cultivar para poder promover relaciones placenteras con otros. “Un hombre de discernimiento es sereno de espíritu”, controla sus emociones
El amor por otros promueve sentimientos muy deleitables, el tener el deseo de animar a otros y hacerlos sentir cómodos. “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera.” “Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor.” (Romanos 12:10; 1 Corintios 13:4, 5
Aunque cada uno de nosotros quizás reconozca que tiene que controlar ciertas emociones a mayor grado, podemos confiar en que el progreso y la felicidad están a nuestro alcance. Con ese fin, debemos esforzarnos mucho por cuidar de no soñar despiertos ni tampoco ceder a emociones fuera de control, como por ejemplo: el preocuparnos innecesariamente. Más bien, esforcémonos por cultivar emociones positivas y sanas para así estar en paz con nosotros mismos, con nuestros asociados y con Dios.






martes, 1 de marzo de 2011

Anorexia nerviosa



Bueno pues, ¿qué es la anorexia nerviosa? ¿Cómo la contrae la gente?, y ¿por qué es ésta tan difícil de tratar y curar?
La falta de apetito no es nada extraordinario. A todos nos pasa que hay días en que no tenemos apetito. Esto se llama “anorexia”, palabra que se deriva del griego, que significa falta de apetito. Este período que es bastante común en la rutina normal de la vida se resuelve pronto cuando el cuerpo descansa, de modo que el apetito vuelve.
Sin embargo, sucede lo contrario en el caso de las personas que padecen de anorexia nerviosa. Según The Shorter Oxford English Dictionary tal “falta de apetito, que se atribuye a un grave desorden emocional, resulta en adelgazamiento”. ¡No es de sorprender que esta enfermedad pueda llevar tan fácilmente a la muerte! En términos médicos, la anorexia nerviosa se considera como un desorden sicosomático, es decir, un desorden que afecta tanto a la mente como al cuerpo. Pero, para muchas personas, tal definición es una simplificación exagerada respecto a una enfermedad compleja de la cual todavía no se tiene pleno entendimiento. Puede acarrear gran sufrimiento físico y mucha angustia a todos los que padezcan de ella.


“¡Me pasó a mí!”
“No diga: ‘¡Eso jamás me sucederá a mí!’ Eso fue lo que yo siempre había pensado. Pero, ¡sí me sucedió!” Este consejo franco lo da Patricia, cuyo peso normal de 52 kilogramos bajó a solo unos 34 kilogramos. Ella continúa su relato así: “Siempre había sido sensata y juiciosa. Me encantaba cocinar y disfrutaba de lo que cocinaba. Pero a medida que fui padeciendo de la anorexia, mi personalidad cambió por completo. La gente no me podía decir nada sin que yo me pusiera a gritar insultos. Todo lo que pasé durante ese período fue horrible y degradante. Me echaba en la cama y lloraba por horas. ¡Era tan desdichada e infeliz!”.
Ahora al recordar aquella situación, como joven recuperada y saludable que tiene más de veinte años de edad, Pat dice: “En realidad todavía no comprendo exactamente por qué me sucedió todo aquello. Puede que haya habido un sinnúmero de razones”.
No es nada extraño que se haga difícil determinar con exactitud lo que causa la anorexia nerviosa, pero, al estudiar una serie de casos, se han descubierto ciertos factores comunes que vale la pena considerar.


El peligro de estar a dieta
Aunque la anorexia nerviosa puede afectar a los varones jóvenes, por lo general las víctimas son las muchachas adolescentes. En muchos casos el factor principal es el descontrolarse al estar a dieta. El omitir una que otra comida no presenta ningún peligro, pero es otro asunto someterse a una dieta rigurosa y alimentarse esporádicamente.


Mary, una adolescente, dijo confidencialmente: “Quería perder unos cuantos kilos, de modo que decidí ponerme a dieta. A fin de perder unos kilos más, también eliminé las comidas. A pesar de que mis amistades me decían: ‘¡Oh, estás delgada... estás adelgazando!’, cada vez que me miraba en el espejo no veía ningún cambio. Es extraño, pero yo no podía ver diferencia alguna en mi apariencia y todavía creía que estaba muy gorda. Pero no pasó mucho tiempo antes de que enfermara gravemente”. ¿Qué dice la madre de ella? “Si mi otra hija se me acercara para decirme que se iba a poner a dieta, yo no volvería a tomarlo tan a la ligera. Apartaría tiempo para considerar más detenidamente el asunto con ella y le diría: ‘Vamos a planearlo juntas’, para que, aunque ella estuviera a dieta, todavía se alimentara debidamente. El problema fue que cuando Mary estuvo padeciendo de anorexia nerviosa era imposible razonar con ella.” Entonces, ¿qué es lo que ocurre?


Por razones que todavía no se comprenden claramente, una vez que el cuerpo alcanza cierto punto de desnutrición, cosas extrañas pueden suceder. En el caso de las jóvenes, la menstruación cesa. Poco después puede que aparezcan más vellos en los brazos y las piernas, mientras que el alimento les repugna y se apodera de ellas la obsesión de permanecer delgadas. Al principio una vitalidad aparente domina a la persona. Además, como la madre de Mary descubrió muy tarde, no importa cuánto se hable con la paciente (pues esto es en lo que la persona se ha convertido), no hay manera de convencerla de que está obrando anormalmente ni de que su salud —y tal vez hasta su vida— está en peligro.


¿Hay modo alguno de saber si alguien a quien uno ama padece de anorexia nerviosa? Una notable pérdida de peso es un síntoma obvio, pero, aunque parezca sorprendente, no es siempre fácil descubrirlo. ¿Por qué? Porque a menudo las personas que padecen de anorexia toman medidas extremadas para ocultar su verdadero estado físico tanto de sí mismas como de las personas que procuran ayudarlas. Por medio de ponerse mucha ropa, o mediante llevar objetos pesados en los bolsillos, se engañan a sí mismas de una manera que a sus amigos se les hace difícil comprender. Hay quienes van al extremo de provocarse vómitos o de tomar purgantes fuertes a fin de eliminar el alimento del cuerpo, pero por lo general hacen eso también sin que se enteren las personas a su alrededor.


Muchas personas opinan que esta enfermedad se limita al mundo occidental, pero en realidad no es así. “Los africanos se han hecho los mejores imitadores de otras culturas”, comenta el Dr. Daniel Kabithe, de Kenia. “Si en Occidente está de moda el adelgazar, entonces las mujeres africanas también se empeñan en adelgazar.” Al resumir los resultados de su investigación sobre este asunto, el Dr. Kabithe pasa a explicar: “La anorexia se desarrolla a propósito, y la joven rehúsa comer para alcanzar cierta meta”. Esta enfermedad puede encerrar más que el simple problema de estar a dieta. Las emociones y la tensión también desempeñan papeles importantes en causar esta enfermedad.


¿Por qué mayormente los jóvenes?
La adolescencia puede ser una etapa particularmente difícil de la vida, en especial hoy día, cuando los jóvenes se enfrentan a problemas y frustraciones poco comunes. ¿Qué tiene que ver esto con la anorexia nerviosa? El Dr. Michael Spira, médico inglés, dice en cuanto a la causa de ésta: “Parece que la explicación más probable sea que la joven tiene cierto temor básico de llegar a ser adulta. De modo que, por medio de adelgazar, ella procura impedir o trastornar los cambios de la pubertad que se manifiestan en la configuración corporal y en las características sexuales, los cuales ella asocia con la madurez que va acompañada de las responsabilidades que ella teme aceptar”.


Al evaluar esta enfermedad, es de primera importancia considerar cómo el paciente se relaciona con la vida misma y con el ambiente que existe entre los miembros allegados de su familia. La Dra. Joan Gómez, siquiatra consultora, llama la atención sobre este punto al decir: “Los cambios que ocurren con respecto a las hormonas son absolutamente secundarios y no causan la anorexia nerviosa. La causa está en el círculo familiar mismo”.


R. L. Palmer, siquiatra, respalda este punto de vista, pues escribe lo siguiente: “Los jóvenes que desarrollan anorexia nerviosa, al adelgazar, experimentan dificultades en cuanto a encararse a la vida, a sus emociones o, particularmente, a los cambios que ellos experimentan durante la adolescencia. Puede haber una extensa variedad de dificultades”. ¿Cuáles son algunas de éstas? Considere lo que dos víctimas dicen:
“Mi enfermedad comenzó hace unos cuatro años. Los dueños de la casa que mi papá había alquilado volvieron del extranjero; esto significó que por un tiempo estuvimos sin hogar. Mis papás, mi hermano y mi hermana se alojaron, cada cual, en diferentes lugares, y no nos veíamos a menudo.


No me había dado cuenta de cuánto me preocupaba toda la situación sino hasta ahora, cuando la considero en retrospección. Me sentía muy insegura, dejé de comer y con el tiempo fui a parar al hospital. Entonces, cuando sí quería comer, sencillamente no podía. Fui obligada a comer, pero los médicos dicen que la artritis de la cual ahora padezco es resultado directo de la anorexia nerviosa causada por la tensión”.


“‘¡Estás engordando!’ ‘¡Oye... parece que has aumentado de peso!’ Estos comentarios eran ciertos, hechos más en broma que por cualquier otra razón, pero a mí, como adolescente, me molestaba oírlos debido a que tocaban un punto sensible.




Cuando salí de la escuela, a los dieciséis años de edad, las jóvenes más felices, de más éxito y mejor vestidas parecían ser las delgadas. Puesto que yo era tan tímida y retraída, aquello llegó a representar una meta hacia la cual esforzarme; de modo que comencé a adelgazar. Pero pronto me extralimité en el régimen alimenticio que había comenzado, pasaba por alto algunas comidas y dejé de comer ciertos alimentos a fin de perder más peso. Los fuertes dolores que me producía el hambre eran terribles; no obstante, el hecho de que, de algún modo, podía seguir adelante sin prestar atención a lo que sentía y de que, con el tiempo, podría vencer tal dolor, produjeron en mí un gran sentido de satisfacción.
Gradualmente fui debilitándome hasta el grado que se me hacía muy difícil subir las escaleras. Hasta el levantar una almohada llegó a ser una tarea pesada para mí. La anorexia nerviosa se había convertido en una realidad. Me tomó cinco largos y difíciles años para poder restaurarme.


Sí, también había problemas en mi hogar cuando yo era adolescente, pero ahora comprendo que gran parte de la situación se debía a la manera como yo reaccionaba a los comentarios que se hacían sobre mi gordura. Por eso quiero decir esto: ¡Nunca jamás haga comentario alguno acerca del peso, la figura o la estatura de un adolescente! Puede que cause más daño de lo que usted se imagine”.


El tener un fracaso amoroso, o algún complejo de inferioridad, presión debido a querer salir bien en los exámenes y prosperar en el mundo, el tratar de cumplir con ciertas normas que los padres u otras autoridades establecen, todas estas cosas, y muchas otras, pueden conducir a la persona insegura por el camino que lleva a la anorexia nerviosa. Aunque las terapias pueden ser útiles para tratar los síntomas (y es aconsejable consultar con un médico lo más pronto posible), en realidad el recobro depende de la persona misma. ¿En qué sentido? Aplica las siguientes sugerencias:


Cosas que hacer y no hacer

NO te aísles. Fácilmente pudieras hacerte introvertido. Pudieras desviarte con facilidad del camino que conduce al modo de pensar maduro de los adultos. Cierto hombre muy sabio dijo: “El que está andando con personas sabias se hará sabio” (Proverbios 13:20). ¡Cultiva amistades! ¡Demuestra tu aprecio por tener la amistad de un confidente sabio!

NO creas que tienes que conformarte a las últimas manías y modas. Los cristianos no son parte del mundo. Si hallas que eres el único que apoyas algún asunto relacionado con cierto principio, considéralo como estar en una posición que manifiesta verdadera fuerza. (Juan 17:16, 17.)

HALLA algo edificante que hacer, preferiblemente alguna actividad que beneficie a otras personas. Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir”. El servir a otras personas hará que pienses menos en ti mismo. (Hechos 20:35.)

COMPRENDE que tu Creador, Jehová Dios, se interesa en ti. El que te acerques a él en oración puede suministrarte “poder que es más allá de lo normal” en tiempos de necesidad. (2 Corintios 4:7.)

TEN presente que personas se han curado de la anorexia nerviosa; tú también puedes curarte. Pero mucho depende de tu propio modo de pensar positivo.




¿Cuál es la causa de los trastornos alimentarios?


“Un trastorno alimentario no aparece así como así. Es un síntoma, una señal de que algo anda mal en la vida de la persona.”—Nancy Kolodny, trabajadora social.

LOS TRASTORNOS alimentarios no son un mal nuevo. La anorexia nerviosa se diagnosticó oficialmente por primera vez en 1873, y según se informa, ya se habían observado sus síntomas hace trescientos años. Sin embargo, parece ser que desde la segunda guerra mundial está aumentando de manera alarmante. Con la bulimia sucede algo parecido. Se ha conocido por siglos, pero en las últimas décadas, como dice una obra especializada en el tema, “se ha convertido en una epidemia”.
¿Qué hay detrás de los trastornos alimentarios? ¿Son hereditarios, o constituyen una manera fuera de lo común de reaccionar a una cultura que glorifica la delgadez? ¿Qué papel desempeña el ambiente familiar? Estas preguntas no tienen una respuesta fácil. Como dice la trabajadora social Nancy Kolodny, definir un trastorno alimentario “no es tan sencillo como diagnosticar una enfermedad como el sarampión o la varicela, cuando el médico sabe exactamente lo que la causa, cómo se contrae, cuánto tiempo dura y cuál es el mejor tratamiento”.
No obstante, los investigadores señalan una serie de factores que pudieran contribuir a que se desencadene un trastorno alimentario. Consideremos algunos de ellos.


La cultura de la delgadez
En los países prósperos, las modelos flacas como palos que presenta la industria de la moda inculcan en la juventud impresionable la idea de que cuanto más delgada sea una chica, más bella es. Este mensaje distorsionado impele a muchas mujeres a esforzarse por tener un peso que no es saludable ni realista. La doctora Christine Davies dice: “La mujer promedio mide 1,65 metros [5 pies y 5 pulgadas] y pesa 66 kilos [145 libras]. La modelo media mide 1,80 metros [5 pies y 11 pulgadas] y pesa 50 kilos [110 libras]. El 90% de nosotras no tenemos el cuerpo de una modelo ni nunca lo tendremos”.
Aun así, algunas mujeres llegan a extremos para conseguir lo que ellas consideran la figura ideal. Por ejemplo, en una encuesta llevada a cabo en 1997 entre 3.452 mujeres, el 24% de ellas dijeron estar dispuestas a sacrificar tres años de su vida para alcanzar el peso deseado. La encuesta decía que para una importante minoría, “la vida solo merece la pena vivirla si se está delgada”. Dado que el 22% de las encuestadas dijeron que las modelos de las revistas de modas influyeron en el concepto que tenían de su cuerpo cuando eran jóvenes, el informe concluyó: “Ya no se puede negar el hecho de que la imagen de las modelos que aparecen en los medios de comunicación tiene un poderoso efecto en la manera como ven las mujeres sus propios cuerpos”.
Es obvio que quienes más probabilidades tienen de caer presa de la figura ideal, pero artificial, fomentada en los medios de comunicación son aquellas personas que, para empezar, no se sienten satisfechas consigo mismas. Como dice Ilene Fishman, trabajadora social clínica, “lo fundamental es la autoestima”. Se ha comprobado que las personas que aceptan su apariencia, raras veces llegan a obsesionarse con la comida.


La comida y las emociones
Muchos expertos dicen que los trastornos alimentarios no tienen que ver únicamente con la comida. “Un trastorno alimentario es una luz roja —dice la trabajadora social Nancy Kolodny— que indica que la persona debe prestar atención a alguna situación de su vida que está pasando por alto o evitando. Es un recordatorio de que no está exteriorizando las tensiones o frustraciones que tal vez tenga.”
¿Qué tipo de tensiones y frustraciones? Para algunos pudiera tratarse de problemas en el hogar. Por ejemplo, Geneen Roth recuerda que, en su infancia, los alimentos —particularmente los dulces— se convirtieron en un “mecanismo de defensa contra los portazos y los gritos”. Ella explica: “Cuando percibía que mis padres iban a pelearse, desviaba mi atención del problema, con la misma facilidad con que uno cambia de canal de televisión, y pasaba de sentirme a merced de mi madre y mi padre a un mundo en el que no existía otra cosa más que yo y la sensación de dulzor en el paladar”.
A veces un trastorno alimentario tiene raíces aún más profundas. Por ejemplo, The New Teenage Body Book (El libro sobre el nuevo cuerpo del adolescente) comenta: “Los estudios indican que quienes han sufrido algún trauma sexual (abuso u hostigamiento) tal vez traten inconscientemente de protegerse eliminando de su cuerpo todo atractivo sexual y centrando su atención en algo inocuo como la comida”. Aunque, por supuesto, nadie debería sacar precipitadamente la conclusión de que alguien que padece un trastorno alimentario ha sido víctima de hostigamiento sexual.
Los trastornos alimentarios pueden originarse en un entorno aparentemente tranquilo. De hecho, la principal candidata para la anorexia suele ser una muchacha que vive en un ambiente en el que no está libre para tomar sus propias decisiones ni expresar sus sentimientos negativos. Exteriormente, accede; pero interiormente, está confusa y siente que no tiene ningún control de su vida. Al no atreverse a rebelarse abiertamente, se concentra en el único aspecto de su vida que puede controlar: su cuerpo.
Debe notarse, sin embargo, que los trastornos alimentarios no siempre obedecen a problemas familiares o traumas sexuales.
 En algunos casos simplemente se desencadenan porque el peso es una cuestión dominante en la familia. Tal vez uno de los padres tiene sobrepeso o está haciendo dieta constantemente y engendra una actitud de extremada cautela —o hasta de temor— para con la comida. 


En otros casos, un factor desencadenante puede ser el comienzo de la pubertad. Los cambios corporales que son parte integrante de la transición a la vida adulta tal vez hagan que una muchacha se crea gorda, especialmente si madura más deprisa que sus compañeras. Asustada por dicha transición, puede que la joven tome medidas extremas para evitar las curvas propias del cuerpo de mujer.




Ciertos investigadores opinan que, además de los factores emocionales, también puede haber implicado un factor físico. Por ejemplo, señalan que la bulimia puede estar arraigada en la química cerebral de la enferma. Afirman que se relaciona con la parte del cerebro que controla los estados de ánimo y el apetito, lo cual tal vez explique por qué a veces se alivian los síntomas de la persona bulímica con antidepresivos.
Obviamente no es fácil para los investigadores aislar un solo factor que sea la causa concreta de la anorexia o la bulimia. Ahora bien, ¿qué puede hacerse para ayudar a los que luchan contra estos trastornos alimentarios?

En busca de la figura perfecta


Quienes se toman la moda demasiado en serio a veces se preocupan en exceso por su aspecto. Las modelos de las pasarelas por lo general son altas y delgadas, y se nos bombardea con su imagen constantemente. El físico “perfecto” lo vende todo, desde automóviles hasta dulces. Según cálculos del Social Issues Research Centre (Centro de investigaciones sociológicas) de Gran Bretaña, “las jóvenes de la actualidad ven más imágenes de mujeres extraordinariamente hermosas en un día que las que vieron nuestras madres en toda su adolescencia”.


Este aluvión de imágenes puede resultar perjudicial. Por ejemplo, una encuesta mencionada en la revista Newsweek reveló que el 90% de las adolescentes de raza blanca de Estados Unidos están descontentas con su físico. Algunas de ellas harán casi cualquier cosa con tal de lograr la figura perfecta. Sin embargo, el instituto de investigación ya citado señala que menos del 5% de la población femenina puede alcanzar el peso y la talla ideales que promueven los medios de comunicación. Con todo, el culto a la delgadez extrema tiene esclavizadas a millones de jóvenes y ha empujado a otras a la anorexia nerviosa, un trastorno muy difícil de superar. 


La modelo española Nieves Álvarez, quien padeció dicho trastorno, admite: “Tenía más miedo a ser gorda que a morirme”.


Si bien es cierto que la anorexia y la bulimia pueden deberse a diversos factores, los doctores Michel Laxenaire y Anne Guillemot afirman: “El culto a la delgadez tiene parte de la culpa”.



Normalmente se espera que las modelos sean “al menos de 1,74 metros de altura, muy delgadas, con labios gruesos, pómulos elevados, ojos grandes, piernas largas y una nariz recta y no muy prominente”, informa la revista Time.
La National Association of Anorexia Nervosa and Associated Disorders de Estados Unidos calcula que, solo en ese país, 8.000.000 de personas padecen anorexia y que algunos casos graves resultan mortales. La gran mayoría de los anoréxicos (el 86%) comenzaron a sufrir trastornos alimentarios antes de cumplir 21 años.



Cuando el alimento es su enemigo


Según cierto cálculo, 1 de cada 100 estadounidenses enferma de anorexia nerviosa durante la adolescencia o la primera etapa de su vida adulta, y tal vez el triple de esa cantidad son bulímicas. “Llevo años trabajando en centros de enseñanza media y universidades —dice la doctora Mary Pipher—, y veo de primera mano que los trastornos alimentarios proliferan igual que antes.”
Además, afectan a diversas clases de personas. Aunque antes se creía que solo los padecían los ricos, ahora se consideran comunes en todo ámbito racial, social y económico. Incluso está aumentando el número de víctimas del sexo masculino, por lo que la revista Newsweek llama a los trastornos alimentarios “atacantes no discriminatorios”.
No obstante, lo que más preocupa es que la edad media de los pacientes que reciben tratamiento por trastornos de la alimentación es cada vez inferior. “Se está internando en los hospitales a niñas menores de 10 años, algunas de tan solo seis años —dice Margaret Beck, directora en funciones de un centro especializado en trastornos alimentarios de la ciudad de Toronto—. La cifra todavía es pequeña, pero va en aumento.”
“El alimento tiene una carga emocional mucho más pesada que todo aquello que puede medirse en calorías o gramos.”—Janet Greeson, escritora.

En total, los trastornos alimentarios afectan a millones de personas, principalmente niñas y mujeres jóvenes. “No piensan en la comida ni la utilizan igual que la mayoría de las personas —comenta Nancy Kolodny, trabajadora social—. En lugar de comer cuando tienen hambre, para nutrirse y gozar de buena salud, por placer o para pasar un rato agradable con otros, se comportan de manera rara con la comida y hacen cosas que no se consideran ‘normales’, como seguir rituales extraños antes de permitirse comer, o sentirse impulsadas a eliminar inmediatamente del organismo el alimento que acaban de consumir.”