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viernes, 14 de octubre de 2011

PROBLEMAS DE APRENDIZAJE


Entre este tipo de trastornos, uno de los más comunes es el que dificulta la lectura y comprensión del lenguaje escrito. Por ejemplo, quienes sufren dislexia tienden a confundir letras similares. Otros problemas son la disgrafía (relacionada con la escritura) y la discalculia (que tiene que ver con los números). No obstante, cabe decir que la mayoría de los niños afectados poseen una inteligencia promedio o superior a la normal.
Algunos síntomas característicos de los problemas de aprendizaje son los siguientes: retraso en aprender a hablar, dificultad para rimar palabras, pronunciación incorrecta, habla infantil, dificultad para reconocer letras y cifras, incapacidad para pronunciar ciertas letras en palabras fáciles, confusión entre palabras parecidas y dificultad para seguir instrucciones.
Qué hacer
¿Qué puede hacer un padre si su hijo parece tener un problema de aprendizaje? Antes que nada, llévelo al médico para asegurarse de que ve y oye bien. Luego, busque la opinión de un pediatra. Si su hijo tiene problemas de aprendizaje, necesitará todo su apoyo. Y recuerde que la inteligencia del pequeño no está poniéndose en duda.
Aproveche los programas especiales que le ofrezca la escuela, como la atención individualizada. Pida la colaboración de los maestros para que, por ejemplo, el niño se siente en las filas delanteras y le concedan más tiempo para terminar los trabajos de la clase. Sería bueno que el profesor le diera las instrucciones por escrito y de palabra, y que le hiciera los exámenes oralmente. Los niños con estos problemas son olvidadizos y desorganizados, así que no vendría mal tener un segundo juego de libros en casa. Si es posible, también podrían disponer, sea en clase o en casa, de un procesador de textos con corrector ortográfico para hacer los trabajos.
Es muy conveniente que el niño disléxico lea en voz alta, de modo que siéntese a leer con su hijo un ratito al día, así podrá aconsejarlo y corregirlo. Lea usted primero y permita que él siga la lectura. Luego, lean el mismo texto a la vez. Acto seguido, pídale que lo lea él solo y que utilice una regla al pie de la línea que va leyendo. Si encuentra palabras difíciles, que las marque con un rotulador. No le tomará más de quince minutos.
Los números pueden practicarse, por ejemplo, midiendo las cantidades de una receta de cocina, usando un metro en trabajos manuales o yendo de compras. Las hojas cuadriculadas y los dibujos pueden servirle a la hora de resolver problemas matemáticos. En cuanto a la caligrafía, pruebe con papel de renglones amplios y lápices gruesos. Puede valerse de una pizarra con letras magnéticas para enseñarle a deletrear.


Hay también buenas estrategias para trabajar con el trastorno de hiperactividad y déficit de atención. Antes de hablarle a un niño con este problema, pídale que le mire a los ojos. Asegúrese de que tenga un lugar tranquilo para hacer sus deberes y déjelo descansar a menudo. Canalice su hiperactividad mandándole tareas activas, como sacar a pasear al perro.


Se puede salir adelante

Fomente los puntos fuertes del niño, como cualquier destreza o talento que posea. Elogie y premie todo logro conseguido, por insignificante que parezca. Divida los trabajos en etapas pequeñas, de manera que el niño pueda ir alcanzándolas progresivamente. Así aumentará su autoestima. Dibuje los pasos que debe seguir para realizar su tarea.
El objetivo principal es que su hijo domine los conceptos básicos de la lectura, la escritura y las matemáticas. Tenga la seguridad de que con la motivación y la ayuda necesarias, su hijo puede aprender, aunque tenga que hacerlo con métodos alternativos y le lleve más tiempo.


Los niños suelen ser muy hábiles dibujando ideas si escuchan con atención

miércoles, 12 de octubre de 2011

LOS TRASTORNOS DE ANIMO


Mentes atormentadas

Denominado también psicosis maniacodepresiva. Téngase presente que algunos de estos síntomas también pudieran ser causados por la esquizofrenia, la toxicomanía o incluso los cambios normales de la adolescencia. Para emitir un diagnóstico certero, es preciso que un especialista examine el caso a fondo.


En el mundo hay millones de personas que padecen algún trastorno del estado de ánimo, sea bipolaridad o algún tipo de depresión clínica. Los efectos de estos males suelen ser demoledores. ¿Qué origina los trastornos del estado de ánimo? ¿Cómo es la vida de quien sufre depresión o bipolaridad? ¿Qué puede hacerse para que los pacientes y quienes los cuidan reciban el apoyo que necesitan?

Existe esperanza

EN EL pasado se acostumbraba rehuir a los afectados por trastornos del estado de ánimo, lo que en muchos casos los convertía en marginados sociales. En efecto, algunos sufrían discriminación laboral y otros eran evitados hasta por su propia familia. A menudo, lo único que se conseguía con ello era agravar su estado y privarlos de ayuda.
En las últimas décadas se han realizado grandes avances en el entendimiento de la depresión clínica y el trastorno bipolar. Sin embargo, aunque es de conocimiento general que estas dolencias tienen tratamiento, no siempre es fácil recibirlo.

  ¿Por qué razón?
Interpretar los síntomas
Para diagnosticar un trastorno del estado de ánimo no sirven los análisis de sangre o las radiografías. Más bien, hay que hacer un seguimiento de la conducta, ideas y criterios de la persona durante cierto tiempo, y ver si esta manifiesta varios síntomas del trastorno. El problema radica en que los familiares y amigos no siempre saben reconocer los indicios. “Aun si aceptan que el comportamiento en cuestión se aparta de lo normal —escribe el doctor David J. Miklowitz—, pueden formarse opiniones muy dispares sobre las causas.”
Además, es posible que la familia entienda la gravedad del caso pero no logre convencer al enfermo de que necesita atención médica. O si es uno mismo el afectado, puede que se resista a buscarla. Es como indica el doctor Mark S. Gold: “Quizás usted cree, sinceramente, en lo que piensa cuando se siente deprimido: que no sirve para nada y que, por lo tanto, no tiene sentido buscar ayuda, pues para personas como usted no hay esperanzas. Tal vez le gustaría consultar con alguien al respecto, pero cree que estar deprimido es algo de lo que cabe avergonzarse, que todo es culpa suya. [...] O quizá no sabe, siquiera, que lo que siente es depresión”. No obstante, es indispensable que la depresión grave sea atendida por un médico.
Es cierto que todos nos hemos sentido abatidos en algún momento, y no tiene por qué deberse a un trastorno del ánimo. Pero ¿qué hay si los sentimientos son más intensos que en un mero bajón, persisten más de lo habitual (dos semanas o más) o nos impiden actuar normalmente en el trabajo, los estudios o en nuestras relaciones con los demás? En tal caso es aconsejable visitar a un especialista en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos depresivos.

Si hay desequilibrio químico, seguramente recetará fármacos, mientras que en otros casos recomendará algún tipo de terapia de apoyo para aprender a afrontar el padecimiento. A veces da buenos resultados combinar ambas vías. En fin, lo importante es buscar ayuda. “A muchos pacientes les da miedo y vergüenza la situación en que se encuentran. 
Lo triste es que sospechan que tienen un problema pero no buscan la ayuda que tanto necesitan.”

Están ganando la batalla
Aun después de que se haya diagnosticado el trastorno e iniciado el tratamiento, es de esperar que sigan planteándose desafíos.
Para muchas personas que viven asediadas por “pensamientos inquietantes”, la Biblia es una fuente de ánimo (Salmo 94:17-19, 22). 
pueden afrontarse mejor gracias a la oración, la confianza en Dios y el debido tratamiento médico.






¿Qué hay si es más que solo melancolía?


VIVIENNE y Marie nunca se conocieron la una a la otra, pero cada una sabía lo que significa la desesperación. Ambas tenían 14 años de edad, pero sus antecedentes eran totalmente diferentes. Vivienne... una “perfecta” señorita, cuyos padres se interesaban en ella. Marie... a veces un terror incontenible, cuya furia era alimentada por padres que reñían entre sí y que, con el tiempo, se divorciaron. Pero ambas muchachas llevaron a cabo una lucha de vida o muerte con un trastorno que, según se dice, causa “más sufrimiento que cualquier otra enfermedad”... la depresión severa.
Antes de enterarte del resultado de la lucha de cada una de ellas, necesitas entender la diferencia dramática entre la melancolía corriente y la depresión grave, trastorno que ha “llevado a la muerte” a miles de jóvenes por toda la Tierra y ha hecho que otros millones de jóvenes hayan deseado estar muertos.
Depresión mortífera
Tú probablemente hayas pasado días melancólicos... esto le sucede a todo el mundo. A veces uno quizás experimente lo que los médicos llaman depresión crónica de grado menor. Pero la depresión grave es diferente a ésta. “Constantemente me sentía como si estuviera ‘muerta’ por dentro”, explicó Marie. “Simplemente existía sin emoción alguna. Me sentía constantemente aterrorizada.” Vivienne describió de manera parecida su situación “sin escape” en una carta a una amiga: ‘Lo raro es que aun después de llorar, todavía siento la presión, la siento constantemente; en realidad, no importa lo que haga. Es raro vivir sin alivio por tanto tiempo’.
Sí, se trata de un estado de melancolía implacable. Y puede durar varios meses. Ve el recuadro que forma parte de este artículo, donde se alistan algunos de los síntomas... tanto emocionales como físicos. No es sorprendente que este tipo de depresión sea el factor más común en los casos de suicidio entre los jóvenes... que actualmente se considera una “epidemia oculta” en muchos países. En los Estados Unidos, solo los accidentes y homicidios causan una mayor cantidad de muertes entre los jóvenes.


Causas arraigadas
En su libro Too Young to Die—Youth and Suicide, Francine Klagsbrun escribió: “La raíz de muchos casos de depresión provocada por factores emocionales es un profundo sentimiento de haber perdido a alguien o algo que uno amaba profundamente”. De modo que el perder a uno de sus padres en la muerte o debido a un divorcio, el perder un trabajo o una carrera, o aun el perder la salud física, pudiera ser la raíz de la depresión.
Una pérdida sumamente enorme para el joven es la pérdida del amor, el sentir que no hay nadie que lo quiera ni se interese en él. “Cuando mi madre nos dejó, me sentí traicionada y sola”, reveló Marie. “De repente parecía como si mi mundo se hubiera puesto al revés.” Cierto terapeuta se dio cuenta de lo herida que Vivienne estaba desde el punto de vista emocional y le preguntó: “¿Qué quisieras de tu familia?”. La respuesta concisa de ella fue: “Comprensión”.
Tan solo imagínate lo confundidos y adoloridos que deben sentirse algunos jóvenes al enfrentarse a espantosos problemas de familia, como el divorcio, el alcoholismo, el incesto, el trato violento de un esposo para con su esposa, el maltrato de los hijos o simplemente el verse rechazado por padres que están embebidos en sus propios problemas. Para el hijo o la hija, dichas condiciones son un ‘día de angustia’. ¡Cuán verídico es el proverbio bíblico que dice: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso” (Proverbios 24:10)! Sí, el poder para contrarrestar la depresión disminuye mucho, especialmente debido a que el joven tal vez hasta se culpe a sí mismo de las tristes condiciones.
“¿Cómo se puede matar lo que no es nada?”
“Soy inútil. No sirvo para nada a nadie”, escribió Vivienne. “¿De qué vale que me quite la vida? ¿Cómo se puede matar lo que no es nada?” ¿Por qué se sentía ella así? Confesó en su diario: “Constantemente tengo la impresión de que soy grande y torpe y algo tonta en comparación con alguien [cierta amiga] que es pequeña, exacta, brillante y absolutamente perfecta”. Los medios de publicidad y entretenimiento promueven comparaciones perjudiciales al glorificar la atracción física, lo sexual y los logros académicos.
Además, las propias debilidades de uno contribuyen a que uno tenga una baja opinión de sí mismo. Tal vez hagas algo que sabes que es incorrecto y te sientas como se sintió el rey David del Israel antiguo, cuando se lamentó: “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado. Porque mis propios errores han pasado sobre mi cabeza; como una carga pesada son demasiado pesados para mí. [...] Todo el día he andado triste” (Salmo 38:3-6). Francamente, tal actitud de remordimiento es encomiable. Muestra que no te has endurecido con respecto a las normas correctas. No obstante, si cambias de proceder, Dios te perdonará sin reserva.
Pero hay quienes tratan de ocultar los sentimientos de culpabilidad o de inutilidad por medio de irse de la casa, participar en relaciones sexuales promiscuas, o beber en exceso. Marie recurrió a inyectarse heroína. Dijo: “Tenía bastante confianza en mí misma... hasta que se disipaba el efecto de la droga”. Y cuando esto sucedía, ella se enfrentaba a un sentimiento extremo de... desesperación. 


Desesperación
La emoción más persistente —y la más mortífera— relacionada con la depresión grave es el profundo sentimiento de desesperación. Vivienne no pudo seguir luchando. En su desesperación, ¡esta joven de 14 años de edad se ahorcó! En su obra Vivienne—The Life and Suicide of an Adolescent Girl, el profesor John E. Mack hizo notar lo siguiente: “El que Vivienne no pudiera ver ningún indicio de que su depresión se disiparía en algún tiempo futuro, el que no tuviera esperanza alguna de finalmente hallar la manera de aliviar su dolor, es un factor importante en lo que tiene que ver con su decisión de quitarse la vida”.


A los que sufren de depresión grave les parece que nunca mejorarán, que no hay un mañana. La desesperación es lo que, según los expertos, lleva al comportamiento suicida en muchos casos. No obstante, Marie, cuya vida había llegado a ser una pesadilla, con el tiempo halló algo que le ayudó a recomponer su existencia destrozada.
¡Se te pasará!
“Claro que pensé en suicidarme”, confesó Marie. “Pero me di cuenta de que, con tal que no me quitara la vida, siempre habría esperanza.” Hasta cierto grado, la instrucción bíblica que ella había recibido cuando era niña había alimentado su esperanza. Lamentablemente, no había seguido dicha instrucción como modo de vida. Sin embargo, sabía que Dios estaba dispuesto a ayudarla si ella sinceramente acudía a él. De modo que vio que había otros remedios para su triste situación.
Desgraciadamente, al enfrentarse a la desesperación, muchos jóvenes no pueden ni siquiera imaginarse que haya remedio alguno o que exista la posibilidad de que todo salga bien. Por eso, ¿qué puede ayudarte a mantener viva tu esperanza?



Habla con alguien sobre el asunto

“La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija” (Proverbios 12:25). Una “buena palabra” de parte de una persona comprensiva puede tener un gran efecto. No hay ningún ser humano que pueda leer tu corazón, de modo que desahógalo ante alguien en quien confíes y que pueda ayudarte a hacer ajustes en tu modo de pensar.
‘Pero ya he probado eso —tal vez digas— y lo único que recibo es un sermón sobre mirar el lado bueno de las cosas.’ Es cierto que no todos son consejeros hábiles. Por eso, no te des por vencido debido a que te haya tocado un consejero poco capacitado. Busca uno que sea hábil.  No cometas el mismo error. Si te sientes extremadamente deprimido, ora a Dios. Busca consejeros hábiles personas tal vez expertas en el asunto y expónles tus sentimientos.